Majo Fares – Psicóloga de ATEGAL
El 2020 ha sido un año crucial en el que se han entrelazado dos crisis que nos desafían: la climática y la sanitaria.
Esta situación ha puesto de relieve la necesidad en torno a la llamada “ciudad de las proximidades”. Con la idea de la ciudad de los 15 minutos, se promueve una reconfiguración urbana para conseguir que la gestión de los recursos naturales y la hiperproximidad sean la clave para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
Desde Ategal siempre hablamos de la importancia de los recursos próximos como punto de encuentro y participación social y nos encanta la idea de la ciudad de los 15 minutos.
Para poder vivir mejor, la ciudad debe adaptarse a los diferentes ritmos y necesidades de sus habitantes y personas usuarias.
Las medidas propuestas tienen por objeto una ciudad más habitable, inclusiva, equitativa y resiliente. Los alcaldes de cuidades como París o Pontevedra se movilizan para aplicar políticas de desarrollo urbano que promuevan la proximidad, la movilidad activa y el despliegue de instalaciones de servicio público cercanas a los habitantes. Estas iniciativas implican un cambio de paradigma en la manera de gestionar la ciudad. Y entendemos Galicia como un lugar muy apropiado para su consecución.
Para poder vivir mejor, la ciudad debe adaptarse a los diferentes ritmos y necesidades de sus habitantes y personas usuarias. Se trata de un reto importante porque, cuando se comparte, la ciudad es de hecho polirrítmica (los individuos tienen diferentes ritmos sociales y personales) y policrónica (el uso de sus lugares varía según los horarios).
El fin último es devolver a los habitantes de la ciudad la posesión de su tiempo y reavivar la llama de su territorio, la ciudad de los 15 minutos se propone cambiar nuestro modo de vida para encontrar en la hiperproximidad una respuesta a las necesidades esenciales: vivienda, trabajo, suministros, atención sanitaria y acceso a la cultura y al deporte.
La intensidad social y la dinámica económica local deben ser priorizados por este modo de organización urbana. Al redescubrir el tiempo en su entorno inmediato, los habitantes tendrán la oportunidad de aprovechar mejor los lugares con proyectos locales. La ciudad de las proximidades busca combinar la responsabilidad social y ambiental y el bienestar, en la vida cotidiana, mediante el despliegue de una movilidad baja en carbono, compartida con los servicios locales, apoyándose además en las posibilidades que ofrece la tecnología digital.
Las personas mayores tienen mucho que aportar dado que son historia viva del desarrollo de las ciudades
La intensidad social que resultaría de reunir diversas actividades en espacios con vocaciones múltiples subraya la ambición de crear momentos de contacto colectivo e individual, lugares de encuentro e intercambio. Todos estos elementos convergen en el mismo objetivo: proporcionar emociones positivas para el usuario/habitante.
Desde este enfoque las personas mayores tienen mucho que aportar dado que son historia viva del desarrollo de las ciudades y su apego al lugar donde viven puede ser contagioso y que todas las generaciones seamos capaces de mimar y disfrutar el espacio que compartimos para disfrutar y para desarrollarnos de manera completa.
En fin, como dice Carlos Moreno (director de la cátedra ETI Emprendimiento, Territorio, Innovación) de la Universidad de la Sorbona y uno de los mayores expertos en “ciudades inteligentes”: “Decir buenos días es decir al otro que existes”.