Hola, soy Paula Sande directora de ATEGAL y hoy quiero compartir con todos vosotros una reflexión acerca de la edad, la jubilación y la situación actual que está viviendo nuestra sociedad.
Tengo en la mesilla de noche el libro de Antonio Huertas e Iñaki Ortega La revolución de las canas. Lo tengo como cabecera, para consultar, releer, afianzar conceptos y, sobre todo, reflexionar. A su lado, un imprescindible en estos tiempos, Bailar con la soledad, esa peculiar compañera de viaje de José María Rodríguez Olaizola, SJ.
Hace poco me fui a dormir con esas lecturas en mente y me desperté con la prensa diaria. La actualidad nos habla del nuevo presidente de los EEUU, Joe Biden. Su carrera al mandato parece haber sido una lucha contra la vida, un intento continuo por demostrar que no es tan mayor.
Me recuerda a lo que se decía de Fraga cuando se presentó a su última legislatura. El recién investido aparecía corriendo en todos sus mítines. Me pregunto, incluso, si habrán usado Photoshop para disimular sus arrugas en los carteles. Todo esto frente a un opositor que hizo campaña acusando la edad del demócrata. Y eso que solo hay unos pocos años de diferencia.
“La única forma de llegar a viejo es cumplir años” Cicerón
Y es que el gobierno de la nación más poderosa del mundo se lo han disputado dos septuagenarios. Pero calma, que la nueva administración va a contar con Kamala Harris para conectar con los jóvenes. Una mujer de 56 años. Cualquiera de ellos, aquí mismo podrían estar jubilados o prejubilada. A ver si va a resultar que la edad es una virtud.
Sigo leyendo la prensa y me encuentro con una noticia sobre coronavirus, España parece avanzar con su vacuna. Cuánto se ha hablado sobre personas mayores desde que la pandemia llegó, y ahora resulta que quien está liderando este éxito tiene 76 años. Mariano Esteban dirige un grupo de 11 personas y está jubilado. Jubilado de qué, me pregunto. ¿De la vida, del conocimiento, del compromiso?
¿Por qué hablamos de talento sénior y luego dudamos de la capacidad de las personas tan solo por su edad? No, no estoy en contra de la jubilación, ni de unas pensiones dignas, merecidos descansos, ni en contra del bienestar de las personas. Estoy a favor de la pluralidad del colectivo de los mayores, de que ese bienestar para uno pueda estar en su pasión, su trabajo, en la entrega a los demás.
Es evidente que hay quienes no pueden ni deben trabajar nunca, independientemente de su edad, pero también los hay que no pueden jubilarse nunca. Por eso, no puedo evitar molestarme cuando se ofrece una visión paternalista y condescendiente sobre la edad. Como hago habitualmente, vuelvo a mis lecturas de cabecera cuando me encuentro ante una reflexión acerca de la edad.
“En muy poco tiempo el 40% de la población tendrá más de 55 años y dispondrá de todas las herramientas, además de la experiencia vital para seguir aportando y generando valor” Antonio Huertas e Iñaki Ortega
Claro, eso será si les dejamos como sociedad. ¿Vamos a prescindir de cerca de la mitad de nuestra población? En fin, seguiré trabajando para que no sea así. Y me digo a mí misma que las claves del éxito son la prudencia y la sabiduría, que casi siempre están en las manos de las personas más mayores.